Candyman (Usa 1992)
“Yo soy lo que está escrito en las paredes...el susurro frente al espejo”
Cuando
hablamos de Candyman, el tercer largo del talentoso aunque irregular director
Bernand Rose, no podemos dejar de mencionar al monstruo detrás de esta cinta:
Clive Barker, la cinta está basada en una historia corta tomada del
compilatorio “Libros de Sangre” que se podría describir con una palabra:
susurro o quizás rumor. Aquellas historias que se trasladaban de oídas, a la
luz de una linterna inclinada, un débil fuego a la intemperie, nos cuenta la
tragedia de un pobre diablo: vejado apaleado, Mutilado y en ese muñón
palpitante, meloso y burbujeante, se insertó entre sus astillados cubito y
radio, un gancho oxidado; para así rematarlo embadurnándole con la miel de un
panal de agresivas abejas; para hacerlo arder como un único y misericordioso
final.
DULCES
PARA LO DULCE.
“¿Cocodrilos en Miami, pero que hace ese mito en Nueva York?” es la pregunta casual y pretérita que se hacen los antropólogos. También se escuchan susurros en los bajos fondos, en los guetos inmundos; crípticos grafitis pululan por la miserable ciudad relatando una inconexa historia que habla “del Hombre Dulce”, se repite su credo a media voz, los cuerpos de victimas abiertas en canal a punta de pura fuerza bruta con un instrumento romo son el testimonio de ese horroroso evangelio, el cual atiende al llamado cuando se le invoca al espejo cinco veces: Candyman, Candyman, Candyman, Candyman, candym…
“¿Cocodrilos en Miami, pero que hace ese mito en Nueva York?” es la pregunta casual y pretérita que se hacen los antropólogos. También se escuchan susurros en los bajos fondos, en los guetos inmundos; crípticos grafitis pululan por la miserable ciudad relatando una inconexa historia que habla “del Hombre Dulce”, se repite su credo a media voz, los cuerpos de victimas abiertas en canal a punta de pura fuerza bruta con un instrumento romo son el testimonio de ese horroroso evangelio, el cual atiende al llamado cuando se le invoca al espejo cinco veces: Candyman, Candyman, Candyman, Candyman, candym…
Una estudiante de antropología Helen Lyle, seducida por aquellos relatos, parte
del folklore nativo de una sociedad híper tecnológica soslayada por otra
comunidad respetuosa de sus tradiciones y temerosa de sus ricos relatos hablados.
El consenso académico relatará que se trata de una manifestación propia de la
empobrecida calidad de vida y de la educación. Así es como Helen recorre los
grises barrios tan áridos y desolados como atravesados por cientos de batallas,
para sumergirse en el origen de la historia “del Hombre Dulce”.
Este ente, criatura, demonio etc. Sentirá minado el bastión de
su fuerza, aquel terror primigenio que lo alimenta más allá de la muerte. (bebe
mucho de “Nightmare in Elm Street”, ya que ambos seres vampirizan el temor de
sus víctimas).
VIVIR LOS SUEÑOS DE OTROS PERO NO TENERLOS... ¿ENTIENDES?
La cinta es un logro visual y sugestivo, sobre todo por la primera mitad, mostrándonos lo miserable y al mismo tiempo aterrador que pueden ser los suburbios repletos de historias de fantasmas, los planos abiertos aportan ese toque de desolación aunados a unos espacios cerrados claustrofóbicos, como el cubículo de Candyman, creando esa sensación opresiva hasta la mitad de la cinta. La segunda parte tiene unos errores que pudieron ser mejorados, aunque la fantástica voz de Tony Todd es irreemplazable y llena la atmósfera con su presencia como ese gigante espectral, embutido en un redingote raído que contiene todo su dolor y sed de venganza. Representa magníficamente con pocos gestos y apenas maquillaje la identidad del monstruo.
Un apartado final pero muchísimo más arriba en la calidad de la cinta lo tiene la banda sonora, compuesta por el prolífico Philip Glass, resaltando la tonada de “It Was Always you, Helen” que no creo exagerar, ocupa un lugar en el top 10 de las más hermosas y perturbadoras melodías del cine.
La cinta es un logro visual y sugestivo, sobre todo por la primera mitad, mostrándonos lo miserable y al mismo tiempo aterrador que pueden ser los suburbios repletos de historias de fantasmas, los planos abiertos aportan ese toque de desolación aunados a unos espacios cerrados claustrofóbicos, como el cubículo de Candyman, creando esa sensación opresiva hasta la mitad de la cinta. La segunda parte tiene unos errores que pudieron ser mejorados, aunque la fantástica voz de Tony Todd es irreemplazable y llena la atmósfera con su presencia como ese gigante espectral, embutido en un redingote raído que contiene todo su dolor y sed de venganza. Representa magníficamente con pocos gestos y apenas maquillaje la identidad del monstruo.
Un apartado final pero muchísimo más arriba en la calidad de la cinta lo tiene la banda sonora, compuesta por el prolífico Philip Glass, resaltando la tonada de “It Was Always you, Helen” que no creo exagerar, ocupa un lugar en el top 10 de las más hermosas y perturbadoras melodías del cine.
En
conclusión una muy buena cinta que tuvo sus dos secuelas infinitamente
inferiores a la original. Recomendación: Que la disfruten en
su idioma original para así apreciar la voz de Tony Todd.
Director:
Bernard Rose
Bernard Rose
Reparto:
Virginia Madsen
Tony Todd
Kasi Lemmons
Xander Berkeley
Vanessa Williams
Michael Culkin
Virginia Madsen
Tony Todd
Kasi Lemmons
Xander Berkeley
Vanessa Williams
Michael Culkin
Año
/ País:
1992 / Estados Unidos Estados Unidos
1992 / Estados Unidos Estados Unidos
Título
original:
Candyman
Duración
101 min.
Guión
Bernard Rose (Novela: Clive Baker)
Música
Philip Glass
Fotografía
Anthony B. Richmond
Candyman
Duración
101 min.
Guión
Bernard Rose (Novela: Clive Baker)
Música
Philip Glass
Fotografía
Anthony B. Richmond
Aquí la increíble banda sonora:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario